Muy bien, me hallo muy animado para contar la que va a ser mi segunda raza en el despiadado universo del lejano futuro. Empezaré hablando de la injusticia.
La injusticia es la siguiente. Citemos las nueve Legiones Astartes leales, y digamos cuáles tienen codex propio: Ultramarines (sí), Puños Imperiales (codex Templarios Negros), Ángeles Oscuros (sí), Guardia del Cuervo, Salamandras, Manos de Hierro, Ángeles Sangrientos (sí), Cicatrices Blancas, Lobos Espaciales (sí). Como véis, más de la mitad, e incluso los que no tienen codex son capaces de jugar con el estilo de juego propio del Capítulo en cuestión, como incluir un capitán en moto para que todas las escuadras de motocicletas sean de línea.
Ahora, comparemos esto con sus hermanos traidores. Ninguna Legión traidora tiene codex. Algunas, solo las que adoran a un dios particular, tienen escuadras especiales, pero eso es todo. ¿Acaso son menos por haber traicionado al Falso Emperador? Yo opino que no, y con esto en mente, me dispongo a anunciar que mi nueva raza son...
¡¡LOS MIL HIJOS!!
Sí señor, como sabrá todo aquel que haya leído Los Mil Hijos, de La Herejía de Horus, sabrá por qué lo hago. Son la Legión más sabia, cuyo único objetivo es recopilar conocimiento y saber, es decir, la verdad, para mayor gloria de la Humanidad. Pero el Emperador, en el Juicio de Magnus el Rojo (o Concilio de Nikaea, si sois poco épicos), prohíbe a estos investigar en ciertos campos, concretamente su especialidad, la Disformidad.
"Tenga cuidado aquel que ignore mis advertencias o pierda la fe en mí. Será mi enemigo, y desataré sobre él y sus seguidores tal destrucción que, hasta el final de todas las cosas, se arrepentirá del día en que se alejó de mi luz."
Pero Magnus prevee la traición de Horus, e intenta salvarlo usando medios prohibidos. Más aún, cuando falla, realiza un hechizo que rompe las barreras psíquicas que defienden la msimísima Terra para avisar a su padre, con consecuencias catastróficas. Después, los Lobos del Emperador son desatados, y se produce el Saqueo de Próspero, en el cual Magnus el Rojo es asesinado por su hermano Leman Russ, pero por salvar a sus hijos, vuelve a aliarse con Tzeentch, y consigue teleportar Tizca, la Ciudad de la Luz, capital de Próspero, a un mundo demoníaco en el Ojo del Terror, el Planeta de los Hechiceros, donde luego Ahriman hara su famosa Rúbrica, que convirtió a la Legión en lo que es hoy día.
Pero lo que quería decir con esto era que es injusto. Los Mil Hijos nunca fueron traidores, ni desleales, ni hicieron nada malo (intencionadamente), y me parece muy injusto cómo fueron tratados. Por eso, y bajo el mando del Gran Hechicero Tulekh, volverán a aplastar a aquellos que nos arrasaron.
La segunda razón es porque siempre me han llamado la atención. El estilo egipcio, el hechicero-sargento, la adoración a Tzeentch, en mi humilde opinión, el mejor Dios, y lo siento mucho, Khorne.
Y la tercera razón es porque los he visto en batalla. Pueden mover, disparar en fuego rápido con sus bólteres hechizados de FP3 y asaltar en un turno. Les pegues con lo que les pegues, probablemente lo cuenten ilesos. Y además, siempre me los imagino yendo a la guerra rodeados de distorsiones en la realidad, y haciendo magia, que es muy odiada y temida en el 41 milenio, y eso me encanta.
Voy a hablar un poco de mi líder, Tulekh de los Raptora, y de su templo. El Templo de los Raptora, uno de los cinco de Tizca, eran los especialistas en telekinesis, y mantenían un escudo psíquico permanente sobre la ciudad, lo que previno que no la redujeran a polvo desde órbita sin más. Su Magister Templi era Phosis T'Kar, un hombre muy poderoso, y capitán de la Segunda Hermandad (la traducción es mía, no le hagáis mucho caso). También dirigía la Séptima Hermandad un Raptora llamado Phael Toron, que tenía un alumno aventajado o Philosophus, llamado Tulekh. Aparece muy brevemente en el libro, pero muestra una actitud belicosa, y ganas de usar la magia para expulsar a los Lobos Espaciales. Al final, acaba convenciendo a Phael Toron, y no os contaré nada más de él...
En el 41 milenio, Tulekh y su Cónclave vagan por la galaxia buscando, como no, conocimiento, ya que "El conocimiento es poder, guárdalo bien". Me apaño con los pocos poderes psíquicos que nos dan a los Marines del Caos, véase usar la Distorsión Temporal como representación de que un Corvidae está viendo por dónde van a venir los golpes, o un Ateneo leyendo la mente del contrincante en cuerpo a cuerpo, y el Rayo de Condenación como un Pyrae reduciendo a cenizas al enemigo con bolas de fuego, o un Raptora aplastándolo contra el suelo con enormes fuerzas invisibles. El Rayo de Tzeentch, muchísimo más potente, es en mi comandante la habilidad de aplastar un tanque con un solo pensamiento.
Y por todo ello, los Mil Hijos me encantan. Y leed el libro cuando tengáis ocasión, solo es segundo a "Galaxia en Llamas".
Un saludo de Tulekh
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